lunes, 28 de octubre de 2013

Dios Nos Ama Bien


Col 2, 6-8 “Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded unidos a él, arraigados y edificados en él, afianzados en la fe que os
enseñaron, y rebosando agradecimiento. Cuidado con que nadie os envuelva con teorías y con vanas seducciones de tradición humana, fundadas en los elementos del mundo y no en Cristo


Salmo 119,76: “Que tu amor sea mi consuelo según la promesa hecha a tu siervo” Me de suelo, esta capacidad de arraigarnos, como los árboles que en la medida que hay viento sus raíces se van fortaleciendo, pero de vez en cuando la tormenta es necesaria para que se aprenda a arraigar. No siempre lo que pedimos es lo que nos conviene, y el Señor que nos ama, nos ayuda a ver que lo que nos pasa, incluso las cosas que nos pasan que no son por voluntad de Dios,  las podemos usar para enraizarnos en la fe, enraizarnos en la madurez.
La experiencia del salmista de que Dios lo ama. Y como hemos visto el amor de Dios es un amor que ama siempre, que no depende de las circunstancias, y que ama mucho, hasta el extremo. Esto es lo que deseamos, y estamos en camino. Así es como nos convendría amar, pero amar así no se consigue de un momento a otro, esto es camino, son etapas.

Además de que Dios nos ama siempre y de que Dios nos ama mucho, Dios ama bien, esto es difícil de entender, porque que ama mucho y que ama siempre de alguna manera lo hemos escuchado. Pero que ama bien no lo hemos escuchado. Se habla mucho de amar pero no basta amar, es necesario amar, y hay que aprender a amar bien. Y esto sí que es un aprendizaje. Nos cuesta amar bien porque nosotros mismos no hemos sido amados bien. ¿Quién me puede enseñar? Jesús, que es camino, verdad y vida. Jn 14,6.

Características de amar bien:
  • Amar de tal modo que amando así me posibilita crecer.
Hablando antropológicamente no siempre coincide una persona su edad física con su edad psicológica. Nos encontramos con personas adultas pero que en la manera de ser, en la manera de estar y en la manera de amar son adolescentes. Los adulescentes son personas adultas que tienen un comportamiento adolescente. Esto es un problema porque dificulta las relaciones humanas, ya no a nivel de fe sino hablando humanamente. El problema es que muchas veces nuestra manera de estar, nuestra manera de amar no corresponde a la edad que yo tengo.
El amar bien o inteligentemente, te ayuda a crecer, no te deja como estas.

  • Nos ayuda a madurar.
La maternidad muchas veces nos hace madurar, una persona que piensa en sí ahora tiene que empezar a pensar en otro.
El amar bien saca de ti lo mejor, porque ya está dentro de ti. Ya nacemos con esto.
Como el escultor que golpea la piedra para sacar la obra que guarda dentro, el amor humano solo, no entiende esta manera de amar, no entiende que a veces hay que hacer sufrir, y a tiempo porque a veces no llegamos a tiempo. Pero de ti saca lo que ya hay, lo bueno, porque por naturaleza somos buenos. Esta es la manera de amar a la que hoy se nos invita, aprender a amar bien.
Esto no es fácil y no hay ninguna facultad que nos lo enseñe. Solo lo podemos aprender mirando a Jesús.
Nosotros amamos mucho pero no siempre lo hacemos bien, aunque no lo hacemos adrede, no lo hacemos con mala voluntad.
Dios nos invita a tener esa cualidad de amor, como madres, padres, como personas de fe, como catequistas ... No es fácil, porque implica descentrarte. Tú no eres el centro, y cuesta mucho porque nos han enseñado a ser el centro, yo esto, yo lo otro ... como cuando éramos niños, muchas personas adultas continúan con yo: me han dicho, me han hecho, no me han mirado, no me han cogido, no me han hablado ... Quien esté centrado dentro de sí, difícilmente mira al otro, pero debemos mirar al otro para ver lo que necesita, no lo que le gustaría. Esto supone un descentramiento, aprender a amar así supone observar, ver lo que la otra persona necesita, supone saber decir sí pero también saber decir no.
Para las madres es una asignatura pendiente. Porque es tan importante usar la mano derecha y la izquierda, es muy importante ser muy afectivos y cariñosos, pero también ser muy firmes.  Y esta firmeza quien no sabe que es por amor piensa que le hace mal. Pedirle ayuda a María nuestra Madre. Y saber rectificar cuando nos equivocamos – hijo perdona ayer fui muy dura contigo pero me equivoqué.

  • Amar bien supone no venderse, aunque pierdas amistades. Decir la verdad, aunque sea muy dura de roer. No todo el mundo nos dice la verdad, hay que agradecer a quien nos diga la verdad. Jaime Bonet decía: La verdad sin amor enorgullece. El amor sin verdad embrutece. El amor con verdad te enaltece.
Preguntar al Señor - Señor , ¿y yo cómo he sido amada yo? ¿dónde está mi forma de amar?
Jesús es capaz de decir venir a mi todos los que estéis cansados y agobiados. Pero también es capaz de decirle a Pedro apártate de mi satanás porque tú no piensas como Dios, sino como los humanos. Porque Jesús mira a la persona y mirando a la persona la ama como le conviene. Heb 12,2  “Fijos los ojos en el que inició y consumó la fe, en Jesús” Los ojos en aquel que realmente nos marca el camino, mirándole yo se como se ama. Jesús por amor a nosotros no dijo Yo no soy el Hijo de Dios. Y por ser firme y decir Yo soy el hijo de Dios, fue a la cruz, pero por amor. No se vendió. Podía a ver negado que era el Hijo de Dios y no habría ido a la cruz.

No toda manera de amar edifica, no toda manera de amar ayuda a crecer, no toda manera de amar te saca lo mejor de ti.
Amar así no se consigue de una vez, es un camino, hay que dar pasos en la madurez de la fe, en la manera de amar, pero esto se pide –Señor enséñame a amar así.
Esta manera de amar así nos ayuda a crecer a nosotros pero también ayuda a crecer a los otros, a los que tenemos cerca. Esto supone a veces alegría y llantos. A veces dolor de estómago y de cabeza. Esto supone a veces un decir no, un no dormir.
Pero es tan bonito que alguien diga yo he sido muy bien amado. Pero aunque nadie nos pudiera amar así, podemos tener la certeza y la convicción de que alguien me ha amado así. Aunque nadie me hubiera amado bien, yo se que tú Señor siempre me has amado bien.
Esta manera de amar se ve en retrospectiva. Con el tiempo revisas y lo entiendes.

Tendríamos que aumentar la manera cuando pedimos: Señor enséñame a amar siempre. Señor enséñame a amar mucho. Señor, por favor, enséñame a amar bien.
Así concluimos la experiencia del salmista. “Que tu amor Señor me de consuelo”

El Señor nos invita a amar a su estilo. Nos pone el listón muy alto. 

1 comentario: