lunes, 14 de enero de 2013

Cuidar la Palabra que ha nacido

Esta semana la escuela de Palabra nos la regaló María José Valls y la inició así: Hemos celebrado como la Palabra de Dios ha nacido en forma de niño y al igual que María y José, muchos más la acogieron.

El niño Dios es la Palabra de Dios encarnada, y esto es genial porque todo lo que Dios nos ha querido decir lo ha hecho a través de Jesús. Ha querido nacer como un niño pequeñito para que el lenguaje sea humano y le entendamos. Con las características de un niño, un niño es frágil e indefenso pero a la vez es hermoso, no nos cansamos de mirarlo.
La Palabra también necesita ser defendida, necesita ser cuidada por nosotros y la Palabra es atrayente.

La Palabra de Dios es como un niño que embelesa que se disfruta, transmite vida y energía, nos ayuda. Pero para ello hay que cuidarla, porque ha nacido igual que un niño al que hay que cuidarlo.

La Palabra ha nacido en nuestro corazón, en nuestra psicología, en nuestra mente, en nuestra afectividad, en todo nuestro ser, y para que no se quede raquítica hay que cuidarla, hay que alimentarla, ¿y cómo? Con más Palabra. Tenemos cada día que observarla, escucharla, tenemos que abrazar la Palabra, dejarnos limpiar por la Palabra, alimentarnos de la Palabra.

María cuidaba la Palabra: Lc 2,16-19: ... María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
María no contemplaba solo con los ojos sino también lo hacía con el corazón.

¿Cómo ver a Jesús en cada persona?, en nuestros hijos, en nuestros padres, en nuestros familiares, amigos ... en los demás. Ver un niño Jesús que está dentro y tiene que crecer. Si vivimos lo cotidiano viendo en los demás al niño Jesús que hay que cuidar, lo viviremos con un sentido diferente, el hacer la compra o el cuidar a la familia, si es así se hará con una alegría diferente. Porque cuidamos a nuestra familia, porque cuidamos a Jesús, porque cuidamos la Palabra.

Así podemos ayudar a que crezca ese Jesús que todos llevamos dentro y que salga hacia el mundo



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