martes, 21 de octubre de 2014

Reconociendo a Jesús: Encuentro de Emaús




Magdalena en la Escuela de Apóstoles:
Es Jesús el que nos ha unido, el que nos ha llamado por nuestro nombre. Aquí estamos porque tú nos escuchas Señor. Y podemos expresarte lo que tenemos en el corazón, porque cuando lo expresamos lo ponemos en buenas manos, y así también nos disponemos a escucharte. Aquí nos tienes Señor para escucharte, porque solo Tú eres nuestro maestro, nuestro compañero de camino. Aquí nos tienes Señor para que encuentro tras encuentro nos formes, hagas de cada uno de nosotros el apóstol que nuestra familia, que nuestra comunidad y que nuestro mundo necesita.
  •  Nos escuchas. 
  •  Te escuchamos.
  • Nos modelas.
Lc 24, 13-35
El encuentro de Emaús es una catequesis que Lucas escribió para una comunidad que tenía dificultad para encontrar al Señor resucitado, una comunidad que había pasado miedo, que sentía fracaso.
Dos discípulos que se sienten profundamente fracasados, ven que sus expectativas no se habían logrado, por lo que se van de Jerusalén, se alejan del fracaso. Todos tenemos una dificultad tremenda para asumir el fracaso, porque no nos han enseñado a asumirlo, y nadie nos dice que en la vida hay muchos fracasos.
Al irse de Jerusalén hablaban y discutían, Jerusalén es el lugar de encuentro, el lugar de Jesús. Se dirigen a Emaús, que es el lugar del sin sentido.
Cuando los discípulos  sienten el fracaso de la muerte de Jesús, sienten que el sentido se les ha acabado, y se van del sentido, es decir, de Jerusalén, al sin sentido, a Emaús.

 Jesús se les acerca y se pone a caminar con ellos, y lo primero que hace es escucharles. Él, tiene la capacidad de hacerse pequeño, caminar con ellos y escucharles. Muchas veces pensamos que Jesús solo está en nuestra vida cuando está todo bien, cuando tenemos sentido, y Jesús también está en el fracaso. En el sin sentido camina con ellos, no les dice: “ir a Jerusalén”,  sino que camina y les escucha.

Ellos saben que el fracaso no es fracaso, pero no lo creen, dicen: “las mujeres dicen que no está pero no lo hemos visto”.

 Jesús les dice: “necios de corazón, tardos para entender la escritura”, y empieza a explicarles la ley y los profetas.
 
Es partiendo Jesús el pan que lo reconocieron, pero a Él ya no lo vieron, se les abrió los ojos y volvieron a Jerusalén.
Esta catequesis nos invita a:
-    Que después de la Resurrección hay que aprender a tener un encuentro con Jesús, no de tacto físico, sino aprender a reconocer a Jesús de otra manera, a Jesús en el camino, en las circunstancias, incluso cuando estamos de vuelta, en crisis. Y hasta en el sin sentido Jesús nos acompaña.  Pero cuando estamos en crisis lo primero que hacemos es salir de la comunidad, y sin embargo el primer fruto del encuentro con el Resucitado es volver a la comunidad, vuelven a Jerusalén.
-    Dónde encontraremos el encuentro con el Resucitado: en la Escritura, Jesús les explicaba la ley y los profetas, en su Palabra. Y lo encontramos en la Eucaristía, al partir el pan.
-    Los discípulos lo reconocieron, solo pueden reconocer al que ya conocen. Si no hay conocimiento no hay reconocimiento. Y nosotros también lo conocemos y podemos seguir reconociéndolo, en la Escritura y en la Eucaristía. Esta es la experiencia profunda de los dos de Emaús. Les ardía el corazón y se les abre los ojos.
Todos los encuentros de Jesús resucitado son catequesis para aprender a reconocer a Jesús.