Magdalena en la Escuela de Apóstoles:
Es Jesús el que nos ha unido, el que nos ha
llamado por nuestro nombre. Aquí estamos porque tú nos escuchas Señor. Y
podemos expresarte lo que tenemos en el corazón, porque cuando lo expresamos lo
ponemos en buenas manos, y así también nos disponemos a escucharte. Aquí nos
tienes Señor para escucharte, porque solo Tú eres nuestro maestro, nuestro
compañero de camino. Aquí nos tienes Señor para que encuentro tras encuentro
nos formes, hagas de cada uno de nosotros el apóstol que nuestra familia, que nuestra
comunidad y que nuestro mundo necesita.
- Nos escuchas.
- Te escuchamos.
- Nos modelas.
Lc 24, 13-35
El encuentro de Emaús es una catequesis que
Lucas escribió para una comunidad que tenía dificultad para encontrar al Señor
resucitado, una comunidad que había pasado miedo, que sentía fracaso.
Dos discípulos que se sienten profundamente
fracasados, ven que sus expectativas no se habían logrado, por lo que se van de
Jerusalén, se alejan del fracaso. Todos tenemos una dificultad tremenda para
asumir el fracaso, porque no nos han enseñado a asumirlo, y nadie nos dice que
en la vida hay muchos fracasos.
Al irse de Jerusalén hablaban y discutían, Jerusalén es el lugar de encuentro, el
lugar de Jesús. Se dirigen a Emaús, que es el lugar del sin sentido.
Cuando los discípulos sienten el fracaso de la muerte de Jesús,
sienten que el sentido se les ha acabado, y se van del sentido, es decir, de Jerusalén,
al sin sentido, a Emaús.
Jesús
se les acerca y se pone a caminar con ellos, y lo primero que hace es escucharles. Él, tiene la capacidad de hacerse pequeño,
caminar con ellos y escucharles. Muchas veces pensamos
que Jesús solo está en nuestra vida cuando está todo bien, cuando tenemos
sentido, y Jesús también está en el fracaso. En el sin sentido camina con ellos, no les dice: “ir a Jerusalén”, sino
que camina y les escucha.
Ellos saben que el fracaso no es fracaso, pero no lo creen, dicen: “las mujeres dicen que no está pero no lo hemos visto”.
Jesús les dice: “necios de corazón, tardos para
entender la escritura”, y empieza a explicarles
la ley y los profetas.
Es partiendo Jesús el pan que
lo reconocieron, pero a Él ya no lo vieron, se les abrió los ojos y volvieron a
Jerusalén.
Esta catequesis nos invita a:
- Que después de la Resurrección hay que aprender a tener un encuentro con Jesús,
no de tacto físico, sino aprender a reconocer a Jesús de otra manera, a Jesús
en el camino, en las circunstancias, incluso cuando estamos de vuelta, en crisis.
Y hasta en el sin sentido Jesús nos acompaña. Pero cuando estamos en crisis lo primero que
hacemos es salir de la comunidad, y sin embargo el primer fruto del encuentro
con el Resucitado es volver a la comunidad, vuelven a Jerusalén.
-
Dónde
encontraremos el encuentro con el Resucitado: en la Escritura, Jesús les explicaba la ley y los profetas, en su Palabra. Y lo encontramos en la Eucaristía, al partir el pan.
-
Los
discípulos lo reconocieron, solo pueden reconocer al que ya conocen. Si no hay
conocimiento no hay reconocimiento. Y nosotros también lo conocemos y podemos
seguir reconociéndolo, en la Escritura y en la Eucaristía. Esta es la
experiencia profunda de los dos de Emaús. Les ardía el corazón y se les abre
los ojos.
Todos los encuentros de Jesús resucitado son
catequesis para aprender a reconocer a Jesús.
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